Translate

Vistas de página en total

lunes, 26 de diciembre de 2011

Lagrimas de cocodrilo.

Pertenezco a una de esas familas lacrimógenas. Pues si , tenemos el llanto fácil. Lloramos cuando nos despedimos, cuando recibimos a los nuestros en el aeropuerto, yendo por la calle ante cualquier escena afectiva, como ver a un anciana ayudada a cruzar la calle por un joven, o a un padre abrazando a su criatura, en el cine, en bodas o en entierros. Lloramos de alegría y de pena. Incluso hablando por teléfono. Tenemos la lágrima siempre preparada , que le vamos a hacer. Por eso ayer, cuando mi hijo me agasajó con un espléndido regalo , con su caja joyera, envuelta en un lazo plateado con motivo de su primer sueldo , superó todas las expectativas y sin contener la emoción , las lágrimas salieron a chorro porque este regalo representaba tantas cosas para mi. El ha entrado en el mundo adulto y lo ha hecho por la puerta grande, ha sabido calmar mi ilusión, ha entendido que las madres somos receptivas y sensibles, débiles y fuertes a la vez, necesitamos el cariño imperioso de nuestros hijos y me invadió un enorme sentimiento de orgullo por un trabajo bien hecho y especialmente de gratitud.