No se como lo pasáis vosotros, lectores, pero yo me acuerdo de como lo pasaba de pequeña y os lo voy a contar. Para mis abuelos, personas creyentes y fervorosas era un día muy alegre. Así pues, uno se levantaba oyendo FELICES PASCUAS desde primera hora de la mañana lo cual después de unos días de recogimiento sonaba a gloria. A media mañana nuestra abuela nos repartía a mis primos y a mi cestos para buscar los huevos de chocolate que supuestamente había escondido el conejito de Pascua. Aquello era una explosión de niños chillando y encontrando huevos por el jardín que culminaba con un gran aperitivo. Años después mi madre gran defensora de las tradiciones, hizo lo mismo con mis hijos y así lo haré yo con mis nietos si algún día los tengo. Hoy pasaré este día con mis padres, tíos, hijos y algún primo que otro. Nuestros queridos abuelos ya no están pero si suspendido en el aire su espíritu alegre , sus cestos y objetos. Porque así ha de transmitirse de generación en generación para que no olvidemos que las familias se tejen a base de eventos y tradiciones aderezado con grandes dosis de cariño.