Tiempo sin escribir , tiempo sin tener tiempo para nada porque el día a día se nos come vivos. La verdad es que no se salva nadie. Uno se queda sin trabajo , otro se pone enfermo , otro tiene que ingresar incluso en el hospital , a otro le deja su pareja y se le lleva el dinero, otra se cae de la moto y se rompe un hueso, no se si es que con la edad nos vamos enterando de más cosas. Cosas que quizás antes pasábamos por alto o es la maligna e impronunciable crisis que nos envuelve pero se nos han activado las mochilas , de eso no hay duda. Nuestro caparazón de tortuga con marcas y heridas de guerra se ha hinchado y activado. De repente pesa mucho. Tenemos que parar. Tomar aliento. Respirar. Concentrarnos porque no hay que dejarse arrastrar por el peso de la carga. A mi me gusta mucho mirar al cielo. Es tan grande y casi siempre tan azul. Además es de todos...sin distinciones. También me ha servido para valorar las pequeñas cosas. Un hijo que me escribe en mitad de la mañana, una foto bonita que cuelga una amiga de la salida del sol isleña cuando va a trabajar, la sonrisa de un anciano cuando le dedico atención , la llamada de una amiga que me dice que las cosas le van bien, gente joven que va riendo por la calle, conocer personas nuevas enriquecedoras y positivas , alguna amiga que me ayuda y alguien a quién ayudar, ¡ Claro que soy optimista, faltaría más !
