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domingo, 6 de julio de 2014

5, Rue de la Monaie. 3a parte. Josephine


Josephine había sido educada para ser una mujer independiente con carrera e idiomas pero nada le habían enseñado de la casa. De hecho los temas del hogar le importabn bien poco. Por no saber no sabía hacer ni un huevo frito y mucho menos planchar una camisa. De eso se había ocupado su madre o la lavandería de la universidad. Ella se alimentaba de pavo, queso, cereales y fruta. Era deportista como pocas y en su esculpido cuerpo no había sitio ni para un gramo de grasa. Salía a correr cada mañana sin tregua hasta quemar cualquier exceso del día anterior. Alegre y risueña les tenía el corazón robado a más de uno y si accedió a casarse a los veiticinco años con Friedman , su eterno compañero de estudios, fue por ser el más insistente y tenaz, una de sus mayores cualidades hasta para el amor. Así,en una fría mañana de Noviembre ,se encontró casada y en el tercer piso del numero 5 de la Rue de la Monaie. Varió la ruta para correr,desde el muelle hasta el malecón antes de irse a trabajar y poco más . Friedman se ocupaba de todo. Un día Friedman apareció con el San Bernardo de su madre que era de esas que saltaba de viaje a la primera ocasión y dropaba al perro con el buenazo de su hijo. " Madre mía" exclamó Josephine asustada cuando vio entrar a la bestia enorme por la puerta" ¿ Que vamos a hacer con esto? "  " No te preocupes cariño, yo me ocupare de el" y así había sido hasta esa llamada crítica en la que le pidió que fuera ella quien lo pasease porque el llegaría muy tarde de la oficina. Debía estar escrito o debieron ser los astros confabulados pero esa llamada le hizo perder a su mujer. Josephine bajo al enorme can al parque. De lejos se les lanzó un chucho ladrando a todo meter. Detrás su dueño. La combinación de perro raquítico histérico con hombre maduro detrás sin perder los nervios produjo en Jo una rotura interior. Como si le hubiese caido un rayo y mientras los perros se babeaban mutuamente, el uno saltando hacia arriba y el otro revolcado en la hierba, Josephine decidió que aquel era el hombre de su vida y sin pensárselo dos veces se lanzó a sus brazos mientras le decía , ella la primera sorprendida, que llevaba años esperándole.