EN EL MISMO BARCO

Hace tiempo decidimos emprender un largo viaje juntos. Los dos cogimos nuestro ligero equipaje y nos subimos en una pequeña embarcación. Teníamos poca práctica naútica pero la idea de la aventura era más fuerte que nuestros miedos. Salimos del Puerto con los vítores de familiares y amigos. Nos habíamos marcado un rumbo en el horizonte pero tampoco nos importaba improvisar las ciudades y parajes que visitaríamos. Como en un barco hay tantísimo que hacer, no parábamos. No teníamos un roll específico cada uno sino que simplemente hacíamos el trabajo. Sin más. No nos importaba quién de los dos era más o menos importante. Solo mirábamos el resultado. Empezamos a parar en los Puertos. A veces solo bajaba uno de los dos con las listas de recados mientras el otro se quedaba en el barco reparando , limpiando o simplemente leyendo. Muchas veces navegábamos en silencio. Otras teníamos largas conversaciones. La complicidad se iba instalando con el paso de los días hasta que el respeto y el cariño fue siendo la esencia que flotaba en el aire. A pesar de lo pequeño que era el barco tuvimos que aprender a compartir los espacios sin entorpecer ni interferir el uno con el otro. A veces habían fuertes tormentas que sacudían nuestra embarcación y pasábamos miedo. Las tempestades son inevitables. Pero lo más importante, lo que nos ha hecho fuertes es navegar siempre en el mismo barco.