En Cataluña en esta época del año se tiene la costumbre de comer "calçots" , una especie de cebolla algo más dulce que se moja en una salsa de romesco. El color verde de la verdura, el fuego donde se cuecen y el rojo de la salsa junto con el ritual de pelarlos así como los baberos que usan los comensales hacen de ello una fiesta lúdica y desenfadada. Allá me dirigí yo ayer con mi marido, invitados por nuestra futura familia política. Es curioso como a través de los hijos vamos conociendo personas que a su vez han construido su propia familia, después sus hijos y los nuestros empezarán los cimientos de la suya propia aportando cada cual sus costumbres y maneras. Esto hace que la sociedad no solo crezca sino se enriquezca aprendiendo los unos de los otros, tejiendo ese gran tapiz puntada a puntada. ¡ Me encanta !