Translate

Vistas de página en total

martes, 18 de febrero de 2014

MISTERIOS DEL OREDENADOR

Ayer fui víctima de mi propia torpeza y estupidez.  Llevaba días trabajando en un documento que tenía que enviar a varias personas. A medio día, antes de ir a comer ya lo tenía prácticamente acabado. Cuando de repente ¡Zas! Desapareció. No se que botón maligno debí tocar pero la pantalla se me quedó en blanco. Entré en pánico. Hacía tiempo que no me pasaba una cosa igual. Llamé a mis hijos. Socorro. Por teléfono me dijeron varias soluciones pero nada. Por mas que busqué en las entrañas del maldito ordenador. No lo encontré. Se lo había tragado. "Madre, ven a comer, descansa un poco y luego lo vuelves a buscar". Así lo hice. Y volví. Pero nada. Engullido por el ciberespacio. Con resignación lo volví a empezar. Entrada la noche lo terminé y envié. Volví a casa con dolor de espalda y saturada. He dormido fatal y me he despertado como si me hubiera arrollado un autobús. Mi mente va unida al cuerpo y ayer fui pasto del stress. Por más ejercicios de respiración y de control mental que uno intente aprender, cuando uno mete la pata y la pifia los músculos se contraen , los nervios se irritan y el dolor de cabeza se instala como Pedro por su casa.