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miércoles, 17 de abril de 2013

EL VAGON DE VIAJE


  • Debo reconocer que cuando se bajaron del tren las eché mucho de menos. Una había subido al pasar por la universidad. La otra cuando empezaron a nacer nuestros hijos y la tercera cuando nos cambiamos de casa. Habían sido tan buenas compañeras de viaje que se me hacía raro que ya no estuvieran.  Iba mirando por la ventanilla viendo paisajes de todo tipo. El vagón a veces iba muy lleno, subían muchas personas y también bajaban. Algunas viajaban siempre conmigo y todavía lo hacen. Son las  que llamo incondicionales.  Lo que no esperaba ya es que hace mas de un año subiera aquella chica delgada y frágil de risa contagiosa con un enorme baúl y al llegar el verano, subieron dos mas, una médico , la otra letrada viajada . Entraron como un torbellino de  aire fresco y alegre. Baules llenos de vida, de experiencias, de risas y llantos ¡Sorpresa! Salta la chispa, el entorno se enriquece. Disfruto al máximo cuando las personas suben en el vagón que estoy con estos equipajes tan rebosantes porque significa que van a quedarse para siempre...