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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Relato - 2. LOS DEVANEOS DE MONTSE

Montse llego a su casa en estado de shock. Ella, mujer cargada de dudas e insegura ¿ le había propiciado un cachete al antiguo amor de su vida? Todavía no podía creer lo que había hecho. Había sido su mano. Desde luego. O mejor dicho, su corazón. En condiciones normales se hubiera muerto solo de pensarlo pero aquel día algo había cambiado en la profundidad de su ser. 
Su gato se caracoleó entre sus piernas ronroneando como hacía siempre que llegaba a casa pero enseguida se separó porque hasta el notó que su dueña estaba diferente. 
Lo que más había impactado a Montse era que Pedro estaba igual que hacía treinta años. Su mirada. Su voz perlada. Su sonrisa. Su desparpajo. Todo había vuelto a despertar en ella esos encuentros fugaces en el ascensor de casa de su abuela. Con esos recuerdos había sobrevivido todo ese tiempo y ahora aún se volvían más vivos. Sonrió porque a pesar de todo estaba contenta. 
Se preparó un café bien cargado y se tumbó  en el sofá a pensar. 
De repente le asaltó una idea tremenda. Si volviese a ese centro la semana próxima, a la misma hora, es probable que volviera a ver a Pedro. No. Eso no iba a pasar ¿ Y porqué no? Le gritaba una vocecita desde su interior. No. Montse no era de esas que se atreve a enseñar al mundo sus sentimientos. Ella ya estaba bien siendo una rata de hemeroteca escribiendo críticas de libros y publicandolas en El Periódico. Los libros junto con su gato Tarzán habían sido su familia desde que murió su abuela. 
Pedro ¿ Como debe ser tu vida ? Pensó Montse mientras cogía la taza con las dos manos para sentir el calor y aspirar el aroma del café. Entonces pensó que se moría de ganas y curiosidad de volver a verle. Pero eso no podía pasar.