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miércoles, 27 de noviembre de 2013

EL BESO TORNILLO


Ayer me acerqué al centro. En cuento enfilé la Diagonal,con las luces Navideñas en grupos de cuatro farolas encendidas que se pierden en la perspectiva del horizonte tintineantes , pensé que Barcelona está preciosa. Giré por el Paseo de Gracia, majestuoso y amplio, con una iluminación Navideña original, sobria y elegante. Tiendas bonitas, escaparates con buen gusto, todo entra por los ojos. Al terminar mis recados me dirigí hacia mi moto. Entonces fui testigo de una escena entre divertida y grotesca. Una pareja de mediana edad, cuarentones, practicaba el deporte del beso tornillo. Y digo deporte porque lo acompañaban de torsión y movimientos varios. El, corpulento con cazadora de cuero, ella, con falda corta y buen abrigo hacía equilibrios sobre los tacones de aguja de sus botas. Golpe de melena para aquí, golpe de melena para allá, cargados de bolsas y totalmente ajenos a las idas y venidas de la cantidad de gente que a esas horas pasaba por el Paseo de Gracia. Me pareció como algo fuera de contexto, algo antiguo, pasado de moda pero a la vez divertido. No se porqué decidí que no eran nacionales. Me entretuve en coger la moto para ver en que estado quedarían después de tanta falta de aire. Pero no tuve ese gusto porque era un beso eterno. Volviendo a casa pensaba divertida y riéndome sola si a ella se le habría corrido el rojo de labios y si estaría agotada...una cosa es segura y es que los dos debieron necesitar una buena dosis de manteca de cacao y un buen vaso de agua.