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martes, 10 de septiembre de 2013

TRICOTAR EN LA CALA


Desde hace ya dos años, coincidimos muchas tardes en una cala  de Mallorca con un matrimonio de cierta edad alemán que llega con una barquita impecable azul marino, con toldo del mismo color  y una gran bandera azul Europea. 
Una vez instalados, el , un hombre de porte elegante y bien plantado, coge sus prismáticos y se pone a mirar todo lo que le rodea con atención, como si quisiera grabar las imágenes estivales ,las rocas  y la luz mallorquina para pasar el frío invierno . Ella, una abuelita que parece sacada de un cuento  , con un moño plateado cuidadosamente peinado, ah amigos , ella me tiene el corazón robado porque , con toda la tranquilidad del mundo,  coge su bolsa , saca su labor y se pone a tricotar. Si. A tricotar en medio del agua azul  cristalina del Mediterraneo,  ella comienza una pasada del derecho, otra del revés y pasa la tarde tan contenta  ajena a cualquier bañista, veraneante o pescador. Ante tal escena no puedo dejar de mirarlos con admiración.  Hablan poco entre ellos. Han alcanzado ese grado de complicidad en el que ya se lo deben haber dicho casi todo. Solo el roce y la compañía de uno y otro les basta. El con sus prismáticos, ella con sus agujas de tejer, se les ve felices en las islas, como lo serían en cualquier otro lugar del mundo porque han aprendido a encontrar su espacio y respeto mutuo.